3.22.2011

LA BUENA ESCUCHA


… demasiados profesionales piensan que son maravillosos con las personas porque hablan bien. No se dan cuenta de que ser maravillosos con las personas significa escuchar bien.
Peter Drucker.

La escucha parece estar relegada a un segundo plano. Unos hablan para que otros escuchen, y estos o bien se arman de paciencia o se resisten a escuchar, estando ocupados en responder de manera impaciente. Mientras que hablar se ve como un ejercicio de afirmación y expansión y un modo de influenciar a los demás, la escucha se confunde con una actitud pasiva e introspectiva.

Equivocadamente se piensa que para ser un buen comunicador hay que ser una persona que domine el arte de la oratoria, que hable bien en público y que se exprese con claridad, confundiendo buena comunicación con hablar bien.

No vamos aquí a negar la importancia que tiene ser capaz de dirigirse a los demás mediante un buen discurso, o la capacidad de impactar y transformar a los demás mediante el buen uso de la palabra. Lo que si queremos reivindicar es el valor y verdadero significado de la escucha. La escucha es junto con un acto de cortesía, una manifestación de apertura y amor frente a nuestros semejantes, a los que mostramos nuestro reconocimiento y respeto con nuestra sincera y empática escucha.

Tampoco es cierto que escuchar sea un papel secundario dentro del proceso de comunicación, ya que mediante una escucha activa y empática se orienta y se da sentido a la conversación abriendo una ventana para mejorar la coordinación de acciones y las relaciones con los demás.

Con nuestra escucha además de recibir información y estar dispuestos al aprendizaje, al poner el foco en el otro, nos abrimos al mundo, a su mundo permitiendo la posibilidad de dejarnos transformar por su palabra y crecer como personas, al ampliar nuestro horizonte y ver el mundo desde otros muchos puntos de vista.

Uno de los mayores regalos de una buena escucha es que nos permite contactar con el sentir y pensar de otras personas. Con nuestra escucha plena y empática, aquella que realizamos con todos nuestros sentidos y desde el marco de referencia del otro, llegaremos a conocer la profundidad del ser de la otras personas vibrando y sintiendo con ellas

Cuando hablamos, nos damos a conocer, pero nos privamos de conocer a nuestros semejantes. Prestando atención a lo que se dice, como se dice, a su expresión corporal y anímica, a sus silencios, a lo que se calla, a los juicios que emite…nos dirá casi todo acerca de las personas con las que conversamos.

La pregunta sería llegado a este punto ¿Cómo puedo mejorar mi capacidad de escucha y en consecuencia mi capacidad de comunicación?

En primer lugar, siendo conscientes de nuestra escucha. Hay que comenzar por darse cuenta sobre cómo somos como escuchantes, para entrenarnos en mejorar nuestra capacidad de escuchar, en el bien entendido que la escucha sobrepasa el concepto de habilidad o destreza , es más bien una actitud frente a uno mismo y frente a la vida.

Se dice que escuchar es percibir mas interpretar, por ello filtramos todo lo que oímos y sentimos en base a nuestras creencias, paradigmas y en último término modelos mentales conformados además de nuestra biología por nuestra experiencia y entorno sociocultural. Nuestra escucha es por tanto muy selectiva dando sentido a los que oímos desde nuestra experiencia, emociones y prejuicios anteriores.

Por tal motivo es fundamental para una buena escucha, ser consciente de ello, y gestionar las conversaciones internas que tenemos con nosotros mismos, ya que muchas veces escuchamos lo que queremos escuchar, lo que responde a nuestros intereses y pensamientos.

Debemos de vaciarnos y no teñir nuestra conversación con nuestros juicios y pensamientos y preguntarnos continuamente además de ¿Cómo me afecta esto que estoy escuchando? Si lo que escucho ¿es mío o es del otro? ¿Es su historia o es la mía? evitando caer en distorsiones y confrontaciones persiguiendo llevar la razón e imponiendo nuestro propio punto de vista.

Para que fluya la comunicación es preciso generar un contexto previo, que nos permita poner tanto al escuchante como el hablante u orador en la misma longitud de onda para conferir y dar sentido a la conversación. Ese dar sentido es consustancial con indagar sobre los motivos e inquietudes de la persona que habla ¿Esto que dice, para que lo dice……..?


Pero no solo se comunica con el lenguaje, de hecho es casi lo menos importante, intervienen sobre manera en un ejercicio de complementariedad y coherencia en el mensaje nuestras emociones y corporalidad. Ello nos lleva a prestar atención, si de verdad queremos entender a la otra persona al transfondo emocional y corporal que acompaña a nuestro interlocutor como a nosotros mismos .

El descubrimiento de la neuronas espejo, aquellas que se activan cuando realizamos o imitamos la misma actividad ( gesto, postura corporal…) que ejecuta la otra persona nos permite vibrar con ella de forma empática y conectarnos a nivel límbico. Si con nuestra escucha tratamos de espejar al otro nos permitirá comprender mejor su comportamiento, razones inquietudes y sentimientos.

Nuestra escucha debe de estar presidida por nuestro interés hacia el otro, evitando distracciones, manteniendo el contacto visual a los ojos, inclinando ligeramente la cabeza, asintiendo ligeramente con la cabeza y tratando de espejar sus posturas y emociones para entrar en sincronía y resonancia.

Para asegurarnos de haber entendido el sentido del mensaje, hay que devolver el mismo a nuestro interlocutor, preguntar sobre el contenido y sus inquietudes, no escuchar no sólo la palabras, sino lo que se esconde detrás de las mismas. Para ello es útil parafrasear, resumir, preguntar, solicitar aclaraciones, dar feedback. ¿Lo que estoy escuchando es que….?¿Cuando te escucho siento que….?¿Lo que quieres decir es…?¿Qué significa para ti cuando dices…?


Debemos con nuestra escucha evitar ser impacientes, caer en el defecto frecuente de contra argumentar e interrumpir a nuestro interlocutor, no dejándole hablar ni finalizar sus palabras e incluso anticipándose a lo presumiblemente para ti quería decir. Cuando estés en silencio dedícate a escuchar no te limites a pensar en lo próximo que vas a decir. Darse un tiempo antes de responder es buena costumbre para mejorar tu capacidad de escucha.

Recuerda que no es cierto que ejerzas mas influencia cuando hablas, que cuando callas y escuchas. Con tu escucha mejorará tu nivel de comprensión, sobre ti y sobre los demás, y tu imagen se verá reforzada.

Se necesita coraje para pararse y hablar. Pero mucho más para sentarse y escuchar.
Winston Churchill

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