La autoestima, o auto concepto que tenemos de nosotros, influye en el modo en que nos relacionarnos con los demás, afectando a nuestra manera de sentir, pensar y actuar.
La autoestima alta es fuente de empoderamiento, energía positiva y resiliencia. Es como una voz interior que nos habla de lo capaces que somos, nos da confianza y nos permite afrontar, con posibilidades de éxito, la adversidades.
En su ausencia nos sentimos desvalidos, inseguros e incapaces de superar los obstáculos. La falta de autoestima o juicio negativo que hacemos sobre nosotros mismos, nos genera ansiedad, incapacitándonos y predisponiéndonos al fracaso y el abandono.
De ahí la importancia cultivar la autoestima a lo largo de nuestra vida. Sobremanera, desde muy temprana edad, es crítico sentirse querido y recibir una educación basada en el aprendizaje y el desarrollo de nuestro potencial, en lugar de focalizarse en nuestras carencias y penalizar nuestros errores.
Frente al castigo, la crítica excesiva e invalidante, y las expectativas desmesuradas, hay que centrarse en el proceso de aprendizaje , señalando los logros que se vayan obteniendo y proporcionando, a lo largo del mismo, refuerzos positivos que nos permitan ir generando un, elevado, al tiempo que realista, autoconcepto de uno mismo.
Las personas con alta autoestima evitan las comparaciones con los demás. Se aceptan y se sienten bien con ellos mismos sintiéndose valiosos. Conocen sus fortalezas y debilidades y para lograr sus metas trabajan sus áreas de mejora y se centran en las oportunidades más que en los problemas.
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