La mayoría de las veces, el honor consiste en ser idiota. ¿Y
acaso no vale más comportarse como un imbécil que deshonrarse? Todavía hoy, me
avergüenzo de haber preferido la inteligencia a la decencia."Estupor
y temblores" (1999), Amélie Nothomb
Hace años la decencia estaba
ligada a la Moral y conductas de índole
sexual; hoy en día, ante el utilitarismo sin pudor y la ausencia manifiesta
de Valores en el comportamiento de muchos de nuestros
dirigentes, La Decencia cobra
protagonismo en el ámbito de la Vida pública; en la Empresa, la Política y las Instituciones.
Etimológicamente La Decencia provine del término latino Decens, es decir, lo que es apropiado o
adecuado.
La Persona decente se
caracteriza por un comportamiento pulcro
y respetuoso; por su integridad, honradez y respeto, tanto a sí mismo como a los demás, por un comportamiento que enaltece su dignidad
como Persona y acorde a su Rango.
Por eso causa sonrojo y desaliento asistir al espectáculo indigno de muchos Directivos, Personajes Públicos y Políticos que convierten el ejercicio de su cargo y responsabilidad en todo un repertorio de conductas amorales, relativistas y finalistas en las que todo vale con tal de conseguir sus fines.
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