“Prefiero ser un hombre de paradojas que un hombre de prejuicios”. Jean
–Jacques Rousseau.
Hay quien vive instalado en un Tribunal Mental , emitiendo Juicios y dictando Sentencias de Vida. Nada se escapa a su comparación y medida, son
jueces y jurados al tiempo. En lugar de la Tolerancia
y la Aceptación , de practicar el Vive y deja Vivir, viven atrapados en el
Juicio a que someten todo y a todos,
comenzando por ellos mismos.
Su Mundo está lleno de “ falsas verdades” y convencionalismos , que por ser suyas
las hacen Universales, sin darse
cuenta que viven inmersos en una
invisible campana de cristal templada por sus Creencias que les hace rehenes de ellas.
Estas personas se auto invisten
de Autoridad Moral para dictar lo que es bueno o malo, correcto o
equivocado, conveniente o no; y caen fácilmente en el fanatismo, siendo inflexibles
y refractarios a cualquier duda o
quiebre que se les presente. No aceptan la confrontación
y el intercambio de pareceres, confundiendo siempre Juicios de Opiniones, estas
últimas sujetas a modificaciones.
Es difícil escapar a los clichés
preconcebidos, pero a diferencia de tener primeras impresiones acerca de algo o
alguien, los Prejuicios se nutren de
una serie de apriorismos y construcciones mentales que son las lentes a través de las cuales nos
relacionamos con el Mundo Exterior y
vemos la Realidad dotándola de significados e intenciones.
Muchas de esas Personas,
además de Juzgar se consideran expuestas
y juzgadas
continuamente por otros, renunciando a su libertad, viviendo
exclusivamente por y para los demás; pero lo peor de todo es cuando ellas
se someten a la implacable y distorsionada autopercepción
valorativa y juicio
sobre si mismos.
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