Pocas cosas hay tan perjudiciales como caer en el victimismo. Aunque a priori pareciera que hacerse la víctima trae sus ventajas, a la larga nos inmoviliza e incapacita para hacer frente a los problemas.
La persona victimista culpa siempre a los demás de su situación. Está todo el día buscando excusas con tal de liberarse de responsabilidades.
Estas personas son muy susceptibles y tienen tendencia a manipular y hacer chantaje emocional a aquellos que les rodean buscando, en primer lugar, llamar su atención y reclamar consuelo y, a veces, reparación frente a la injusticia que sufren. Con su actitud se ponen en una posición acreedora frente a todos. La Vida les debe por lo mal que les trata.
El victimista se ancla en la auto compasión y la queja utilizando su papel de presunta víctima para señalar culpables y lamentarse sin intentar buscar soluciones o poner remedio a sus males.
Para escapar al victimismo es preciso aceptar lo que te sucede y afrontar de manera proactiva y positiva la situación.
Hay que huir del pasado y dejar a un lado las emociones negativas, como el rencor y la amargura, cuando sufres un revés o una injusticia.
Como decía Buda: << El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional>> . Dicho de otra manera: no podemos elegir las cosas que nos suceden pero si la manera en cómo nos afectan.
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