9.14.2012

LA IRA



La Ira ofusca la Mente, pero hace transparente al Corazón. Niccolo Tommaseo.

Podríamos decir que se trata de un Emoción que nos ofrece dos caras. Una positiva por cuanto nos proporciona la energía necesaria para responden ante una agresión o amenaza y otra negativa por cuanto, fuera de control , además de erosionar nuestras relaciones personales nos hace perder el criterio y la ecuanimidad. La Ira como toda Emoción si se reprime nos puede causar graves daños para nuestra Salud física y mental.

Todos en distintos momentos de nuestra vida y por diversos hemos sufrido ataques de Ira. ¿Quién no ha sufrido un enfado o sacado su genio a relucir? Lo preocupante es cuando esos ataques se convierten una manera habitual de responder inmaduramente por parte nuestra provocándonos la pérdida de control de la situación a la que nos enfrentamos.

La Ira descontrolada es sumamente nociva nos hace caer en un frenesí  en el que transitoriamente nos ponemos fuera de sí dejando al descubierto nuestras pulsiones.

Por otra parte, las personas que sufren nuestra Ira,  esta forma de intempestiva comportarnos les provoca reacciones que van de la parálisis a la agresión, desatando Emociones en ellas de  miedo, inseguridad, rechazo , odio o resentimiento.

Ya sabemos aquello de quien siembra vientos recoge tempestades  o que el odio genera mas odio, recordándonos que la Ira, además de herir innecesariamente a los demás nos aisla de ellos, actuando como un Boomerang que acaba cayendo sobre quien lo ha arrojado.

Es importante para no caer en una Ira descontrolada que altere nuestro ánimo  conocer el origen de los hechos y los pensamientos que nos asaltan cuando esta irrumpe.

Hemos dicho que la Ira es saludable por cuanto nos activa y nos predispone a la lucha para hacer frente a una adversidad o situación amenazante.  Muchas veces nuestra Ira es producto de nuestra indignación ante una injusticia, agravio o ultraje, otras nuestro enfado tiene mas que ver con nuestra disconformidad frente a una situación contra la que nos rebelamos y  deseamos superar.

Lo malo es cuando la Ira refleja la manera infantil e inmadura como hemos aprendido a responder  frente la frustración. Todos conocemos a Personas o Jefes a los que no se les puede llevar la contraria so pena de abrir la caja de los truenos o de pandora. Desgraciadamente la Historia también nos da buenos ejemplos de ello baste recordar a personajes histriónicos como Calígula, Hitler, Enrique VIII   o la antigua costumbre de matar al mensajero portador de malas noticas.
     
Otras  veces con nuestra Cólera no hacemos mas que expresar una Declaración de Impotencia e Incapacidad queriendo imponernos por La Ley de la Fuerza en lugar de la Ley de la Razón o mejor aún del Amor. Como decía Asimov: la Violencia es el último recurso del incompetente, aquel que trata convencer o subyugar a los demás a base de la intimidación o agresión olvidando el poder de las palabras y la argumentación. No permitas Que tus gritos no hagan inteligible tu discurso!              

Relacionado con lo anterior es aquella Ira que se desata a consecuencia de nuestra incapacidad por alcanzar la perfección y su subsiguiente frustración. Esa especie de quimera o utopía que siempre se muestra esquiva, mas allá de nuestras capacidades y posibilidades. También puede irrumpir como reacción  o intolerancia frente a lo que se  desprecia, muchas veces Realidad que se rechaza por ser Espejo de uno mismo.  

Pero no toda Ira se manifiesta de manera abierta brusca o furibunda, hay otra Ira mas perniciosa si cabe, la Ira Silenciosa, que se  incuba dentro de nosotros acumulando nuestra rabia, odio y deseos de  venganza.
La persona que es presa de la Ira Silenciosa la cronifica convirtiéndola en un Estado de Ánimo en el que se vuelve irascible, impaciente e irritable. Se vuelve el típico Cascarrabias que está permanentemente enojado, enfrentado a un mundo  que le trata injustamente y en el que todo le parece mal, le molesta o descalifica.

Se puede afirmar que la Ira es lo contrario a la Templanza y enemiga de la Paciencia.  Templanza que se alcanza no sólo a través de la prudencia y moderación, sobre todo se obtiene por una suerte de conocimiento, armonía y equilibrio interior que nos permite desarrollar un Control Emocional frenando nuestro impulso inicial y focalizando nuestra reacción de una manera positiva orientada a la solución del conflicto que se nos presenta.

¿Cómo combatirla? Lo primero es reconocer nuestra Ira, aprender a ser conscientes de ella. Luego averigüemos que es lo que nos altera o enfada y hagámonos cargo y responsables de ello, sin culpar a los demás. Tomémonos un compás de espera antes de responder y manejemos nuestra respuesta atendiendo a nuestras necesidades reales, haciendo nuestras demandas u observaciones con serenidad y asertividad, evitando expresar su malestar sin caer en la culpabilización y  la confrontación. Recuerda que uno es Dueño de sus Silencios y esclavo de sus Palabras.

No hay comentarios: