7.10.2011

ROMPIENDO PARADIGMAS. EL LIDERAZGO INFLUYENTE


Los cambios se suceden a una velocidad tan vertiginosa, superponiéndose en una oleada continua, con sus flujos y reflujos, que es difícil darse cuenta de la energía y magnitud de los mismos y tener una conciencia clara de lo que realmente está aconteciendo.


Vivimos sumergidos en la inmediatez y en el presente, mientras que continuamos pensando y actuando conforme a patrones ya obsoletos y anticuados. No importa si estos tienen varios siglos de antigüedad o su aparición y validez viene de poco tiempo atrás.

Asistimos desconcertados al hecho de ver surgir nuevos y poderosos paradigmas que al poco tiempo se desmoronan y son sustituidos, en una existencia efímera, por otros que vienen a ocupar su lugar en el pensamiento. Este fenómeno provoca dos reacciones. Una perniciosa consistente en vivir en una especie de nihilismo dejando a un lado todo tipo de creencias y comportándose de un modo meramente utilitarista y otra sustentada en la plena vigencia de los valores y principios, llamemos naturales, se revelan como inmutables y reivindican su validez en estos tiempos de crisis y metamorfosis permanente.

El concepto de Liderazgo no es ajeno a esta marea continua de cambios. De hecho hemos visto como en los últimos años ha ido evolucionando conforme la realidad social y económica se iba transformando. Afortunadamente ha ido quedando en desuso, salvo en algunos regímenes autocráticos y dictatoriales, el Liderazgo Despótico ejercido desde el poder absoluto.

Si hace muchos años el Liderazgo Productivo o Transaccional se revelaba como crítico para conseguir optimizar el rendimiento productivo con el fin de fabricar mas y mejores productos, sirviéndose del premio o castigo como palanca, éste tuvo que dejar paso en a mediados de los 70 del pasado siglo, a un Liderazgo en que primaba la preparación a la gente para adaptarse a las profundas transformaciones que estaba sufriendo el mundo, cambios que a partir de entonces se revelarían como permanentes. En éste sentido podríamos denominarlo Liderazgo Adaptativo, y mediante el cual se “empujaba” a las personas a afrontar ese cambio.

De tal magnitud fueron los cambios y retos que tuvimos que afrontar, que nuestra necesidad adaptativa trascendió de una magnitud mecánica o instrumental a otra que abarcaba todo nuestro Ser. Desde lo que podíamos llamar el Liderazgo Transformacional, conceptualizado como tal en la década de los 80, las personas influidas por la relación interpersonal y la visión compartida con líder ahora cambian sus creencias, valores y sentimientos, armonizando sus intereses a los intereses superiores del grupo o colectividad, conformando un nuevo Liderazgo.

En este Liderazgo retador y motivador, el líder además de facilitador, proporciona y comparte nuevos paradigmas o formas de pensamiento en los que se estimula el compromiso, el desarrollo, la autonomía y la autorealización de cada persona, haciéndolos compatibles la transformación colectiva para alcanzar los objetivos y metas, cada vez mas ambiciosos y exigentes, del Equipo.

Es un Liderazgo de gestos, simbólico, de visiones y significados morales compartidos, en el que el poder y la autoridad formal ha dejado de ser la piedra angular desde donde se lideraba a las personas.

Pero como hemos señalado anteriormente los cambios se suceden a una velocidad vertiginosa, dejando atrás los paradigmas con los que la humanidad ha vivido casi desde la revolución industrial. Nuevas Conquistas Sociales, el avance imparable de la democratización, logros en educación, el progreso tecnológico, el fenómeno de la globalización, la fragmentación del conocimiento y especialización, hacen que la realidad hoy en día sea mas compleja que nunca. Hemos visto como en muy pocos años hemos pasado de Era de la Información, a la Era de la Conectividad en Red, en la que todo sucede e impacta con carácter global e inmediato.

Ello nos exige anticipación y tener desplegadas todas las antenas para poder captar los cambios que tenemos frente a nosotros, identificando su naturaleza y magnitud. Además está suponiendo poner en cuestión, los esfuerzos individualistas basados en la competencia y competitividad, en los que el paradigma es ganar o perder, en los que el Liderazgo se ejerce desde una cabeza pensante y se realiza por unas manos ejecutoras. Frente a la concepción individualista vigente en los últimos tiempos característica de la cultura anglosajona se opone con fuerza la cultura de cooperación.

Por otro lado ya no es posible querer tener todas las soluciones, toda la información al tomar las decisiones. El líder de hoy ve como su autoridad y confianza se quiebra. Necesita abrirse y mostrarse vulnerable y reconocer con humildad sus limitaciones, para recuperar su liderazgo a través de los demás, transitando del conocimiento individual a la sabiduría compartida. Además su papel ha cambiado. De ser un instructor, capacitador y solucionador ahora el nuevo líder se manifiesta en una tiple vertiente como catalizador de las transformaciones, facilitador del cambio y ejerciendo el role de coach de sus equipos.

Si el ayer, es diferente del hoy y el hoy del mañana ¿Qué cambios observamos, trascurrida una década del siglo XXI, en el Liderazgo actual?

Aunque la foto esta movida por aquello de la vertiginosa sucesión de los cambios, si podemos vislumbrar algunos de los nuevos paradigmas del Liderazgo actual.

El Liderazgo de hoy ha ido profundizado en su despersonalización. De un Liderazgo individual y formal, pasamos a un Liderazgo participativo o compartido, llegando ahora a la visión posmoderna del Liderazgo, entendido éste como un Proceso de Influencia Pura.

El Liderazgo actual, al que podríamos llamar Liderazgo Influyente, es un Liderazgo puntual y circunstancial, alejado del concepto de rol permanente, lejos de cualquier autoridad formal o posición jerárquica. Del Liderazgo de las ideas hemos pasado ahora a un Liderazgo de los resultados que se manifiesta y se reconoce por sus impactos en el comportamiento y en los resultados que logra. Influencia generada por doquier, por cualquier persona o grupo social, dentro o fuera de la Organización y que se sirve del entusiasmo, sus ideas, ejemplo, compromisos y comportamientos para ejercerla y es precisamente ésta facultad de influir a los demás la que valida su Liderazgo.

Bajo esta nueva concepción, para mostrar y ejercer tu Liderazgo, no hace falta tener un cargo, un equipo bajo su supervisión, una amplia responsabilidad, ni contar con un amplio bagaje de conocimientos ni experiencia, tan sólo basta con tener la capacidad de influir en los otros. Es el impacto y resultado de tus acciones e ideas el que constituye y valida tu Liderazgo.

Ya no buscamos Líderes, ni precisamos conocer que características ideales tienen que tener, como visión, carisma, integridad,.. precisamos personas que con su iniciativa y ejemplo demuestren y ejerzan su Microliderazgo medido por su capacidad de influir, de manera puntual y discreta, en el comportamiento de las personas, Organizaciones y Grupos Sociales, formen o no parte de ellas.

La responsabilidad de los Directivos actuales, además de ser agentes activos de su propio Liderazgo, consiste en tener las antenas desplegadas, abrir los canales de comunicación precisos y crear las condiciones optimas dentro de su Organización para que esté nuevo Microliderazgo fluya, se expanda y se revele como una valiosa fuente de transformación, innovación y excelencia.


Como mencionábamos en otro post el Directivo tiene que actuar como un iluminador de escenarios y gestor de emociones para que cada Persona o Equipo dentro de su Compañía encuentren su propósito y demuestren su Liderazgo. Un Directivo que deja de ser servido por el Equipo a servir al mismo y en el que su verdadero valor añadido no es el trabajo que realiza, como tal, sino su capacidad de movilizar todos los recursos, talentos y liderazgos de su Empresa para conseguir, en un proceso de aprendizaje continuo, los retos y desafíos que garanticen el éxito permanente, tanto a nivel Organizativo como de todas las Personas protagonistas del proyecto.

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