7.02.2011

AVE FENIX



Bienaventurados los flexibles porque ellos no se romperán cuando los doblen.

Michael Mcgriff

Contra la pereza diligencia, contra ira paciencia, contra soberbia humildad,……. frente a la adversidad Resilencia.

Parecería ser una de las 7 virtudes capitales que proclama la Iglesia, pero no es así. La Resilencia, que tiene su origen etimológico en el término latino Resilio, cuyo significado es volver atrás, rebotar o resaltar, es la cualidad que tienen determinados objetos de volver a su forma original tras haber sido sometidos a presión y deformados. En términos físicos sería la capacidad de recuperación de un material tras haberse sometido a un esfuerzo.

Esta cualidad no sólo se ha observado en la ingeniería mecánica, también es de aplicación a las Organizaciones y las Personas. A principios de los 90, la psicología observó como niños sometidos a un ambiente hostil, condiciones de pobreza y disfuncionalidad familiar eran capaces de sobreponerse y desarrollarse positivamente mientras otros sucumbieron a ese proceso destructivo: A los primeros se le llamó resilentes.

Podríamos entonces decir que la Resilencia es la facultad que tienen las Personas y las Organizaciones para sobreponerse a las dificultades y salir airosos de situaciones adversas y de riesgo. Gracias a su flexibilidad y elasticidad son capaces de tener respuestas adaptativas a los cambios y superar los momentos de crisis.

Esta cualidad que afecta tanto a Individuos, Directivos y Corporaciones, se revela como una virtud en los tiempos turbulentos que corren. Acuciados por las crisis y un entorno de permanente cambio e inestabilidad, de permanente desafío y caducidad de los paradigmas, la Resilencia, se convierte en una virtud de capital importancia para la supervivencia , anticipándose a los cambios y reinventándose continuamente.

La Resilencia además de ayudar a proteger propia identidad constituye un comportamiento vital positivo. Es una actitud frente al futuro para vislúmbrarlo con optimismo, sobreponerse a las adversidades y dar respuestas constructivas, poniendo el foco en la resolución no en las causas ni en los problemas.

Las Empresas para sobrevivir y hacer frente a los cambios tecnológicos y regulatorios, para adaptarse a los comportamientos variables, impensables e impredecibles de los consumidores, para reaccionar y sostener los envites y acometidas de una competencia que se renueva constantemente, tienen que ser resilentes. Ello implica tanto adaptabilidad y flexibilidad a las nuevas circunstancias, como cercanía y proximidad el mercado, anticipándose a los cambios con visión de futuro sirviéndose de una cultura de aprendizaje para capitalizar las crisis, de poner en práctica permanentemente el I+D+I, reasignando permanente los recursos y finalmente generando y liberando todo el talento.

No es de extrañar por ello que los Departamentos de Recursos Humanos sitúen ahora el foco en contratar Empleados y Directivos resilentes, poniendo el acento como antaño no sólo en la habilidades y competencias técnicas que cada puesto requiere, sino sobre todo haciendo énfasis en la inteligencia y competencia emocional necesarias para un excelente desempeño.

Asistimos a un escenario en el que la falta de compromiso, la baja implicación, el hedonismo exacerbado, el incremento del estrés , provocan una disminución de la satisfacción tanto en el trabajo y como la vida personal, comprometiendo el equilibrio personal además de poner el riesgo la viabilidad empresarial.

Por ello se buscan ejecutivos resilentes, aquellos que tienen la elasticidad mental para anticiparse a los problemas y reacionar de forma positiva frente a la incertidumbre. Son personas proactivas, resolutivas que están enfocadas hacia la acción sin dudar en tomar decisiones. Su énfasis radica en prosperar en lugar de sobrevivir, son aquellos que saben gestionar eficazmente sus respuestas emocionales concentrándose en las soluciones en lugar de enmarañarse en los problemas y sus causas.

Estos Directivos son capaces de realizar las transformaciones necesarias en sus compañías para resistir la presión, superar las crisis y crear las condiciones para el éxito de su empresa. En lugar de desinflarse y desanimarse, de mostrarse deprimidos e impotentes, alientan y estimulan a sus equipos contagiándoles de su optimismo, dándoles el soporte emocional y organizativo que precisan.

Son capaces de generar un entorno de trabajo basado en el respeto, la justicia, la integridad y el desarrollo. Proporcionan a sus Equipos la autonomía y flexibilidad que precisan para improvisar eficazmente y responder a los desafíos con la inmediatez requerida. Alientan la toma de decisiones, les ofrecen su soporte y apoyo y les facilitan oportunidades para el desarrollo y aprendizaje. Son personas que se comunican de manera franca, respetuosa y abierta con su gente. Se muestran cercanos, tolerantes ante el error, les reconocen su aportación, les muestran su aprecio, transmiten un sentimiento de seguridad y facilitan además de una sensación de control, una nítida visión y sentido de pertenencia y propósito.

El Directivo resilente tiene que estar constantemente combatiendo las toxinas que se generan y se expanden, como en todo organismo vivo, por su Organización. Son auténticos supervivientes que salen adelante a pesar de la falta de claridad en responsabilidades, los bajos niveles de apoyo y la falta de definición de objetivos que afecta a muchos de ellos. Son capaces interpretar correctamente y automotivarse a pesar de una pobre comunicación, su confianza y autoestima les permite convivir con la inseguridad en el empleo moverse en la ambigüedad, coquetear con la incertidumbre, y salir del ostracismo al que muchas veces quedan relegados. Su resistencia y perseverancia les permite asumir excesivos horarios y cargas de trabajo, gestionar el estrés a pesar de no controlar ni la cantidad ni el ritmo de su trabajo.

Su equilibrio interior les permite superar conflictos y enfrentamientos y conciliar de manera efectiva su vida familiar con la personal. Su creatividad les permite poner orden dentro del caos y a pesar de la fragmentación y dispersión a la que se ven sometido son capaces de interpretar imaginativamente y dar coherencia a las cosas que manejan y gestionan. Su capacidad de introspección y pensamiento crítico les permite construir fortalezas a partir de las debilidades.

Ante situaciones de crisis son capaces de, manteniendo la serenidad, tomar el control de la situación, evaluando el impacto y alcance de los daños, así como la duración de la misma. Se preguntan cuestiones tales como ¿Qué puedo hacer? ¿Cuáles son las palancas sobre las que actuar?¿Cómo limitar los daños?¿Qué medidas urgentes podemos adoptar?

La persona resilente, es una persona austera, comprometida con ella misma y con los demás, vive en armonía consigo misma y está integrada en el entorno que le rodea. Ama y siente el cariño de los demás. Tiene fuertes valores y hace de la cooperación, la interdependencia uno de sus comportamientos troncales.

Su visión optimista le hace salir de los baches y altibajos a los que los que la ruleta de la vida inevitablemente le va a someter. Unas veces arriba, otras abajo, otrora con el viento a favor, ahora con el viento en contra, con la diosa fortuna sonriendo o volviéndole la cara. Su Resilencia le permitirá resurgir como el Ave Fenix de sus cenizas y levantar el vuelo hacia adelante renovado tanto física como emocionalmente. El mundo no se acaba, hay que seguir tirando… se suele decir.

 

Pero ¿Qué hace a una persona resilente? ¿Es algo natural, genético o consustancial a la persona o se puede aprender? Afortunadamente esta virtud con la que algunas personas agraciadas nacen puede ser aprendida y adquirida.

Hemos dicho que la Resilencia, además de una cualidad es sobre todo una actitud vital. Una actitud que depende en gran medida tu propia decisión, en la que eres libre de elegir entre una visión positiva y entusiasta de la vida en lugar de una visión en la prime la desesperanza y la negación. Una actitud en la que eres capaz de encontrar lo bueno en lo malo.

Una actitud de búsqueda interior que te llevará al autoconocimiento y aceptación de ti mismo, al conocimiento de tus fortalezas y limitaciones. Una actitud en la que a partir de la introspección y la autoestima te abres al mundo, observas, te muestras curioso y estás dispuesto al aprendizaje. En definitiva una predisposición elástica a no negar el cambio y una flexibilidad que te hará mas resitente.

La Resilencia habita en las personas entrenadas en el esfuerzo, la competencia y la superación. Entrenamiento que desemboca en capacidad de resistencia, tenacidad, y espíritu deportivo, en la que las dificultades se ven como retos y en la que uno disfruta del juego, superando la frustración de los malos resultados, organizando y administrando sus recursos para obtener finalmente con perseverancia los resultados deseados. Esta especie de fuerza interior y depósito de reserva que tienen, actúa como autosostén y les permite realizar con garantías la travesía del desierto a pesar de no contar con el reconocimiento y feedback que requieren o no disponer de los recursos necesarios.

Ahora bien una excesiva tensión física y emocional, la falta de equilibrio personal y laboral, una prolongada situación de sobrecarga , junto con la ineficaz gestión del estrés te llevarán sin duda a una situación de distress o energía negativa en la que, además de otros trastornos psicosomáticos, tu Resilencia, se verá socavada fuertemente, quedando incapacitado para tomar resoluciones y afrontar y salir de las dificultades que se te presenten cualquiera que sea su obstáculo o su importancia.

Como resilente además de ejercer un autocontrol sobre tu vida y emociones, tu autoestima, y autoconfianza en sus propias fuerzas y capacidades, te predisponen a hacerse cargo de tu vida, a enfrentarte a los problemas proactivamente, sin rehuir tus responsabilidades. Te gusta y estás cómodo tomando la iniciativa, ocupándose de la resolución de los problemas en lugar de estar instalado en la inactiva y nociva zona de preocupación.

Otra de las características de la persona resilente es su liviandad, su actitud de no dramatizar en exceso, su optimismo, su entereza de ánimo, su afán por no no tomarse las cosas demasiado a pecho o gravemente. Para ello se sirve de su sentido del humor el cual le ayuda a distanciarse, superar y relativizar las complejas y duras situaciones a las que se tiene que enfrentar.

La persona resilente no es una persona solitaria y encerrada en si misma. Muy al contrario es interdependiente, tiene gran empatía, participa y es sensible a las emociones de los que le rodean, uno de los pilares de su éxito personal y su capacidad de hacer frente a las adversidades es su capacidad para interactuar con los otros, mostrándose siempre abierto a la cooperación ,colaboración y interacción .

Pero todo ello estaría incompleto si carecieran de un profundo sentido de propósito, algo a lo que aferrarse en su vida, algo por lo que merece vivir. Los resilentes tienen junto con una ilusionante visión de futuro que ofrecen y comparten con los demás, un sólido esquema de valores que les sirven de anclaje para soportar las turbulencias, sacudidas y vaivenes que les depara la vida, contando con razones y motivos por los que merece la penar luchar y renacer.

Ya sabes tu Supervivencia comienza por la Resilencia.

Mantén tus pensamientos positivos porque tus pensamientos se convierten en tus palabras. Mantén tus palabras positivas porque tus palabras se convierten en tu comportamiento. Mantén tu comportamiento positivo porque tu comportamiento se convierte en tus hábitos. Mantén tus hábitos positivos porque tus hábitos se convierten en tus valores. Mantén tus valores positivos porque tus valores se convierten en tu destino.

Mahatma Gandhi

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