11.04.2011

LOS ESTADOS DE ANIMO, UNA NUEVA FORMA DE GOBIERNO



Uno tiene que ser el cambio que quiere ver en el mundo. Mahatma Ghandi

¿Qué hace diferente a una empresa exitosa de otra.?¿Porqué Empresas a priori con menores recursos y cuota de mercado son capaces de derrotar a los Gigantes o Líderes en su Sector?
Seguramente para responder a estar preguntas podemos encontrar múltiples y válidos argumentos,explicados todos ellos desde la óptica del Management y la Gestión Estratégica, razones y motivos que pueden ir desde la excelencia del producto, la utilización y manejo de la tecnología, su capacidad financiera y de generar fondos para afrontar el crecimiento o la capacitación de su Equipo Humano entre otros.

Hoy me quiero detener en un argumento, traído de la mano de la Sociología o la Psicología, que cada vez cobra mas importancia como un factor explicativo de éste fenomeno operando como  catalizador del éxito o fracaso de una Compañía, me refiero a los Estados de Ánimo.

No nos debemos sorprender por ello, ya que cada uno de nosotros estamos inmersos en un Estado de Animo emocional que condiciona nuestro comportamiento y marca la frontera de posibilidades de nuestra capacidad de actuación. A diferencia de las emociones que nos asaltan de forma brusca y normalmente como reacción ante un determinado evento, los Estados de Ánimo se van apoderando de nosotros constituyendo el trasfondo desde el cual vemos el mundo. Actuan como verdaderos filtros o gafas que condicionan nuestra visión de lo que nos rodea o acontece, predisponiendonos a una u otra acción y por tanto marcando indefectiblemente nuestra capacidad de actuación.

Lo malo de los Estados de Animo, es nos van acompañando y transitan por nosotros, formando parte de nuestro quehacer diario, sin que muchas veces nos demos cuenta de su presencia. Además al observarlos u observar a alguna persona sumida en un determinado estado, pareciera que han venido para no irse jamás ya que los vamos inconscientemente retroalimentando con nuestros pensamientos y formas de actuar.

Lo que caracteriza a los Estados de Ánimo, además de estar en el origen y consecuencia de nuestros relatos e interpretaciones, es su elevada capacidad de contagio a otras personas, por medio del Sistema Límbico,y de ahí su importancia como fenomeno social.  Transcienden con suma facilidad de la dimensión individual y personal a la colectiva, afectando e instalándose en el ánimo de un Grupo o Colectividad ,generándo historias y vivencias colectivas ,recogidas primero y fomentadas  despues por la Tradicción o Cultura. Es asombrosa su capacidad de expansión y el modo por el que  uno tras otro, vamos adoptando esas historias en forma de creencias, sin cuestionarlas en absoluto, mimetizando nuestro comportamiento al imperante en el Grupo del cual formamos parte

Ejemplos de ello es darse cuenta que no fue lo mismo el Estado de Ánimo  y la psicosis de destrucción y victimismo que se vivió en Europa en el  siglo XIV tras la pandemia de la peste que acabó con una tercera parte de la población y que a la postre promovió la libertad de credo y la reforma protestante, que el Estado de Ánimo de euforia y creencia en el Sueño Americano tras la conquista de la luna por el hombre en 1.969. Como tampoco fué lo mismo el optimismo que vivió el mundo en los felices años 20, con su años de prosperidad económica,  que el abatimiento colectivo sobrevenido despues de la Gran Depresión y el advenimiento de los Regímenes Totalitarios, cuyos síntomas pudiera parecer que estamos ahora de nuevo reviviendo.

Como vemos no todos los Estados de Ánimo, son lo mismo, ni nos afectan de igual forma, hay unos que podemos catalogar como estimulantes o positivos, que amplian nuestras posibilidades de intervención y nos proporcionan los recursos precisos para de forma resolutiva encarar las dificultades mientras que otros nos anclan en el victimiso, el rencor o lo que es peor, por aquello de ausencia de lucha, en la resignación.

Al igual  que nos sucede a cada uno de nosotros cuando nos sentimos seguros, confiados, con ambición  o cuando por el contrario nuestra moral está baja, estamos abatidos, vemos en todo una amenaza y nos sentimos derrotados de antemano, lo mismo les sucede a las Empresas y sus Líderes.

Estos Estados de Ánimo van calando como una lluvia fina en las Organizaciones, construyendo a lo largo del tiempo visiones y relatos colectivos, que acaban constituyendo un conjunto de valoresy principos que conforman la Cultura Corporativa de cada Empresa, marcando diferencias entre Empresas Innovadoras, Empresas Conservadoras aferradas a la tradicción (Aqui siempre hemos hecho las cosas asi...), entre Empresas Ambiciosas  que encaran la crisis como una oportunidad de otras Empresas Resignadas a su suerte, que luchan malamente por sobrevivir.

De ahí la importancia de gestionar emocionalmente las Empresas, que no sea inocuo ni tampoco indiferente el Estado de Ánimo o transfondo emocional mas o menos permanente  que gobierna desde la sombra nuestra Compañía, ya que éste es el responsable de discriminar y situar el horizonte entre lo posible de lo imposible, entre lo lícito o lo ílicito, entre lo permitido y lo prohíbido o  de marcar el límite entre un sentimiento de culpa o legitimidad. En definitiva determinan nuestro rendimiento  y  son los responsables de marcar la frontera de  nuestros resultados.

Lo bueno de todo, es que los Estados de Ánimo se pueden diseñar y modificar a nuestra conveniencia. Esa ha sido muchas veces la gran habilidad y aportación de muchos Líderes, que han cambiado el rumbo de la historia, gracias a su enorme capacidad de sugestión colectiva e impacto en los Estado de Ánimo de sus seguridores. Todos nos acordamos de Ghandi o Martin Luther King o de personajes tan funestos para la humanidad como Hitler.

 Ahora bien  primero que necesitamos para poder intervenir en ellos de manera que potencien las habilidades y fortalezas colectivas de nuestra Compañía, es detectar y conocer en primer lugar en qué Estado de Ánimo estamos inmersos. ¿Prevalece en nuestra Empresa un sentimiento de impotencia y fracaso? ¿Creemos que estamos condenados a ser unos segundones? ¿Confiamos en nuestras capacidades? ¿No sentimos resignados y que creemos que no existen posibilidades de desarrollo personal? ¿Se repira optimismo y confianza ante el futuro?¿Desconfiamos y nos mostramos inseguros ya que cuestionamos la validez de nuestros Equipos Directivos? ¿Nos sentimos desamparados y desorientados por la Sucesión del Fundador?¿Vivímos momentos de euforia tras los últimos éxitos alcazandos?o por el contrario ¿Nos sentimos abatidos e inseguros por no haber conseguido ningún nuevo contrato en los últimos concursos o licitaciones?, las repuestas a estas preguntas son algunos ejemplos  de los Estados de Ánimo que pueden prevalecen afectando tanto  a la forma y como al fondo de nuestro comportamiento indicidual y colectivo  en nuestra Empresa.

Sólo tras identificarlos, y ver que juicios y conversaciones sustentan y se sostienen en ese Estado de Ánimo, podemos trabajar  contruyendo nuevas historias, relatos o imágenes  acordes con los nuevos retos o metas que precisamos alcanzar, podemos buscar hechos y situaciones que los infundan o los hagan irrelevantes para los objetivos que nos planteamos, podemos diseñar acciones o dar pasos para recomponer el escenario o podemos anticiparnos a ellos, contruyendo repertorios, o cursos de acción, como hacen muchos deportistas,  que nos situen en un Estado de Ánimo positivo.

De ahí la relevancia que tiene contar con Directivos con competencias emocionales que les hagan comportarse de manera optimista, positiva, confiada,  que sean personas resueltas, entusiastas e ilusionadas  capaces de gestionar sus propios Estados de Animos atrayendo  los positivos para despues implantar las estrategias, politicas de comunicación, y acciones que alejen o neutralicen  los Estados de Ánimo que afecten negativamente  a la Organización.

 No permitamos que personas depresivas, negativas, mal humoradas, resentidas, ansiosas , irritables e inseguras, se apoderen de nuestro ánimo, nos arrojen su toxicidad  gobernando nuestras vidas y las  de nuestras Empresas.

Unas veces me siento
como pobre colina,
y otras como montaña
de cumbres repetidas,
unas veces me siento
como un acantilado,
y en otras como un cielo
azul pero lejano,
a veces uno es
manantial entre rocas,
y otras veces un árbol
con las últimas hojas,
pero hoy me siento apenas
como laguna insomne,
con un embarcadero
ya sin embarcaciones,
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza
confiando en que una tarde,te acerques y te mires..
te mires al mirarme.

Mario Benedetti


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