Un hombre tiene que
tener siempre el nivel de la dignidad por encima del nivel del miedo. Eduardo Chillida
¿Cuándo fue la última vez que comprometiste tu dignidad? Si tu
respuesta es nunca ¡Enhorabuena¡ Eres
unos de los pocos afortunados que no han visto aún puesta a prueba su Dignidad.
Dignidad que forma parte intrínseca
nuestra Persona y que queda comprometida
frecuentemente cuando nos alejamos de la Moral
y La Ética con nuestro comportamiento
y actitudes.
No sólo vemos socavada nuestra Dignidad cuando alguien nos falta al respeto o violenta nuestras libertades
y derechos mas elementales; las mas de las veces somos nosotros quienes atentamos
en primera persona a nuestra Dignidad al actuar en contra de
los “dictados” de nuestra Conciencia traicionando nuestros Principios y Valores.
Unas veces será movidos por
obtener un beneficio inmediato o sacar ventaja de una situación o cuando nos
aprovechamos de los demás instrumentalizándolos en pro de nuestro exclusivo
interés. Otras comprometemos nuestra Dignidad
cuando nos mostramos sumisos y dependientes a costa de nuestros derechos, autonomía e independencia personal.
Esto ocurre cuando nos callamos, no sabemos decir basta y poner límite
a una situación en la que se lesiona nuestra Dignidad personal permitiendo situaciones de explotación o extorsión
emocional.
Muchas veces por comodidad, sentirnos obligados o temor
al rechazo o sus consecuencias
quedamos atrapados en una relación tóxica y/o autodestructiva sin que nos “hagamos
valer” generando un círculo vicioso
que erosiona nuestra autoestima y capacidad para querernos.
Comportamientos “pasotas”, aquellos “del todo me resbala”; o en los que acatamos todo, y siempre “decimos si, aún cuando quisiéramos decir no; o actitudes en los que nos guardamos nuestro parecer y hacemos dejación de nuestra responsabilidad, son situaciones que van poco a poco destruyendo el autoconcepto que tenemos de nosotros
mismos y el respeto y consideración que los demás nos deben..
Ello desemboca finalmente en una situación en la que bien somos transparentes, como si no existiéramos, en nuestra relación con los que nos rodean o
nuestra Persona les importa un comino, lo cual no sabemos
que es peor.
Si queremos salvaguardar nuestra Dignidad comenzaremos por hacernos respetar y valer, siendo dueños de
nuestras acciones no eludiendo nuestra Responsabilidad.
Además de comportarnos de manera justa, integra y honesta debemos aprender a ser independientes y saber defender,
aún a costa de pagar un precio,
nuestra singularidad y mostrarnos auténticos, es decir fieles a nuestros pensamientos y emociones. ¡Declárate Independiente¡
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