El Hombre honrado es
el que mide su derecho por su deber. Henri Lacordaire.
Cuando acudimos a la llamada del Sentido del Deber actuamos movidos por
una especie de obligación moral o sentido de la responsabilidad que nos lleva
a elegir el camino correcto en lugar del más fácil, utilitarista o provechoso.
Muy al contrario esa voz interior nos impulsa actuar de acuerdo
a los dictados de nuestra Conciencia señalándonos el camino entre
el Bien y el Mal.
Nuestro Sentido del Deber habla de nuestras convicciones, de nuestros valores
y compromisos que forjamos a lo
largo de nuestras Vidas; constituyendo la carta
de nobleza de un hombre tal como señalaba el filósofo y escritor suizo Henric-Frédéric Amiel .
Cosa distinta es cuando un exceso de responsabilidad nos hace
sentirnos a menudo concernidos u obligados
a hacernos cargo de todo tipo de situaciones ajenas a nuestra incumbencia.
Igualmente distorsionamos el verdadero
Sentido del Deber cuando actuamos bajo la presión de un sinfín de obligaciones
o exigencias, muchas veces autoimpuestas,
que nos llevan a tener una visión poco positiva y nada estimulante de nuestras Vidas confundiendo y trastocando
nuestro Deseos con nuestros Deberes.
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