La Ira ofusca la Mente, pero hace transparente al Corazón. Niccolo Tommaseo.
Podríamos decir que se trata de
un Emoción que nos ofrece dos caras. Una
positiva por cuanto nos proporciona
la energía necesaria para responden
ante una agresión o amenaza y otra negativa por cuanto, fuera de control , además de erosionar
nuestras relaciones personales nos
hace perder el criterio y la ecuanimidad. La Ira como toda Emoción si
se reprime nos puede causar graves daños para nuestra Salud física
y mental.
Todos en distintos momentos de
nuestra vida y por diversos hemos sufrido ataques de Ira. ¿Quién no ha sufrido un
enfado o sacado su genio a relucir? Lo preocupante es cuando esos ataques se
convierten una manera habitual de responder
inmaduramente por parte nuestra provocándonos la pérdida de control de la situación a la que nos enfrentamos.
La Ira descontrolada es sumamente nociva nos hace caer en un frenesí en el que transitoriamente nos ponemos fuera de sí dejando al
descubierto nuestras pulsiones.
Por otra parte, las personas que sufren
nuestra Ira, esta forma de intempestiva comportarnos
les provoca reacciones que van de la parálisis
a la agresión, desatando Emociones en ellas de miedo,
inseguridad, rechazo , odio o
resentimiento.
Ya sabemos aquello de quien siembra vientos recoge tempestades o que el
odio genera mas odio, recordándonos que la Ira, además de herir innecesariamente a los demás nos aisla de ellos, actuando como un Boomerang que acaba cayendo sobre quien lo ha arrojado.
Es importante para no caer en una Ira descontrolada que altere nuestro
ánimo conocer el origen de los hechos y
los pensamientos que nos asaltan
cuando esta irrumpe.
Hemos dicho que la Ira es saludable por cuanto nos
activa y nos predispone a la lucha
para hacer frente a una adversidad o
situación amenazante. Muchas veces nuestra Ira es producto de nuestra indignación
ante una injusticia, agravio o ultraje,
otras nuestro enfado tiene mas que ver con nuestra disconformidad frente a una situación
contra la que nos rebelamos y deseamos
superar.
Lo malo es cuando la Ira refleja la manera infantil e inmadura como hemos
aprendido a responder frente la frustración. Todos conocemos a Personas o Jefes a los que no se les puede llevar la contraria so
pena de abrir la caja de los truenos o de
pandora. Desgraciadamente la Historia
también nos da buenos ejemplos de ello baste recordar a personajes histriónicos
como Calígula, Hitler, Enrique VIII o
la antigua costumbre de matar al
mensajero portador de malas noticas.
Otras veces con nuestra Cólera no hacemos mas que expresar una Declaración de Impotencia e Incapacidad queriendo imponernos por La Ley de la Fuerza en lugar de la Ley de la Razón o mejor aún del Amor. Como decía Asimov: la Violencia es el último recurso del incompetente, aquel que trata convencer o subyugar a los demás a base de la intimidación o agresión olvidando el poder de las palabras y la argumentación. No permitas Que tus gritos no hagan inteligible tu discurso!
Relacionado con lo anterior es
aquella Ira que se desata a
consecuencia de nuestra incapacidad por alcanzar la perfección y su subsiguiente frustración. Esa especie de quimera o utopía que siempre se muestra
esquiva, mas allá de nuestras capacidades y posibilidades. También puede
irrumpir como reacción o intolerancia
frente a lo que se desprecia, muchas veces Realidad que se
rechaza por ser Espejo de uno mismo.
Pero no toda Ira se manifiesta de manera abierta brusca o furibunda, hay otra Ira mas perniciosa si cabe, la Ira Silenciosa, que se incuba dentro de nosotros acumulando nuestra
rabia, odio y deseos de venganza.
La persona que es presa de la Ira Silenciosa la cronifica convirtiéndola en un Estado
de Ánimo en el que se vuelve irascible,
impaciente e irritable. Se vuelve el típico Cascarrabias que está permanentemente
enojado, enfrentado a un mundo que le
trata injustamente y en el que todo le parece mal, le molesta o descalifica.
Se puede afirmar que la Ira es lo contrario a la Templanza y enemiga de la Paciencia. Templanza que se alcanza no sólo a través
de la prudencia y moderación, sobre
todo se obtiene por una suerte de conocimiento,
armonía y equilibrio interior que nos permite desarrollar un Control Emocional frenando nuestro impulso inicial y focalizando nuestra reacción de una manera positiva orientada a
la solución del conflicto que se nos presenta.
¿Cómo combatirla? Lo primero es reconocer
nuestra Ira, aprender a ser conscientes de ella. Luego averigüemos
que es lo que nos altera o enfada y hagámonos cargo y responsables de ello, sin
culpar a los demás. Tomémonos un compás
de espera antes de responder y manejemos nuestra respuesta atendiendo a nuestras necesidades reales, haciendo nuestras demandas u observaciones con serenidad y asertividad, evitando expresar su malestar sin caer en la culpabilización y la confrontación.
Recuerda que uno es Dueño de sus Silencios
y esclavo de sus Palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario